martes, 29 de mayo de 2012

La nueva ciudad y la casita de la playa





Muchas jornadas sin escribir significa mucho que contar, así que me podré a ello sin más preámbulos para intentar describir la abrumadora cantidad de cosas que esta ciudad me ha ofrecido en las últimas semanas.

El tiempo es inmejorable. No hace aún un calor agobiante e incluso algunos días refresca y llueve,como hoy, pero la temperatura es primaveral, el sol luce en lo alto la mayoría del tiempo y la brisa que nunca cesa en esta ciudad se agradece más que nunca. La ciudad ha despertado del todo, las calles son un hervidero de gente, local o foránea, habitual o turista. Las fuentes disparan chorros por doquier, los monumentos brillan de nuevo tras un necesario lavado de cada, en cada esquina del centro hay un músico tocando más por gusto que por dinero. Definitivamente, esta Rusia es otra.



 


































También he tenido más tiempo y ganas de salir, y eso me ha supuesto, aparte de un mayor gasto económico, un mayor conocimiento de la cultura y de las gente rusas. Sigo pensando que tenemos más en común con esta población que con otros muchos países europeos. Por ejemplo, les encanta el botellón. Ha sido llegar el buen tiempo y comprobar como el ver gente con cervezas por la calle es algo habitual. Al lado de los canales, en los parques, en parejas, solos, en grupo...todo el mundo está con la cervecita de la mano, y eso que me han asegurado que aquí es ilegal. Pero como también me han afirmado, todo depende del grado en que quieras untar al guardia de turno. Aún así, también creo que la peña aquí tiene menos control que en España, no ya los adolescentes, sino los adultos porque, al igual que los peces en el río, beben y beben y vuelven a beber hasta perder el sentido, solitarios, meláncolicos y turbados. Eso también es Rusia, y desde luego que jamás he visto tanto borracho a diario como aquí.

También los puestos de comida ambulante se han disparado, lo que ha supuesto una alegría para mí y mi bolsillo. He probado dudosos manjares auctóctonos y he podido comprobar como aquí echan apio en casi todo. Y al pagar ocurren dos cosas muy curiosas: Una, siempre rompen el ticket antes de entregártelo, y dos, si pagas con un billete de más de mil rublos cuentan la vuelta delante de tu cara, como si no te fueras a fiar de antemano del cambio.

En uno de mis últimos gran paseos descubrí por azar algo bastante curioso: el estadio del Zenit. Sin ser muy grande ni especialmente vistoso, preenta una característica que lo hace muy peculiar: está rodeado completamente por agua, en una isla a la que sólo se accede por un puente. También se empieza a respirar más ambiente de fútbol en la ciudad ante la inminente llegada de la eurocopa en la que estará Rusia. Como digo siempre, el fútbol es el lenguaje más internacional que existe.



El día 9 de Mayo fue el día de la Victoria. Es algo que no tenemos en España, ya que no participamos en la segunda guerra mundial y este el dia de homenaje a los paises vencedores. La ciudad se engalonó de sobremanera aunque no pude ver el desfile ya que fue excesivamente pronto y nadie sabía la hora exacta. El día 27 del mismo mes, el pasado finde, fue el aniversario del nacimiento de la ciudad y de nuevo San Petersburgo lució sus mejores galas y múltitud de espéctaculos tuvieron lugar durante el sábado y el domingo. El sábado, durante los festejos, pude ver con mis propios ojos como turov, el creador del facebook ruso (vk.com) arrojaba billetes de 500 rublos desde el apartamento en donde están alojados los servidores en plena Nesvky y cómo la gente se peleaba por pillarlos cual populacho medieval embravecido. Un espectáculo asombroso y denigrante.


  
Las noches blancas ya están aquí. Aún anochece algo, pero la claridad del día llega ya hasta pasadas las 12.30 de la noche, y a eso de las 5.00 de la mañana ya es completamente de día. Para este finde auguro 24 horas de claridad, algo que los sanpetersburgueses llevan esperando todo el año. esta foto es de la Nevksi Prospeckt a las 11.00 de la noche, y ya tiene un par de semanitas:



Hace una semana aproveché mi último martes libre para ir a Peterhoff de una vez por todas. La expectación merecía la pena. El sitio no defrauda para nada. Para los que no lo conocen, Peterhoof es una ciudad situada a unos 28 kilometros al oeste de San Petersburgo al junto a la costa del Golfito de Finlandia (es que no es ni un golfo, es como un lago). Pero lo famoso de ese lugar no es la ciudad de en sí, sino un conjunto de jardines y palacios a la orilla del mar que supuso la casa de veraneo de diversos zares rusos siglos atrás. Pedro el grande, cuya ambiciónes y ansia viva no tenían límites, copió este palacete de Versalles y la verdad que el resultado es abrumador. El palacio no está mal, pero lo que de verdad impone son las múltiples fuentes que adornan los jardines, especialmente aquellas que forman parte de la cascada que baja desde el palacio hasta llegar al mar a través de un canal cruzado por puentes. El lugar merece la pena.



 








Tampoco está nada mal la catedral ortodoxa de la ciudad, fuera del recinto palaciego:



Mi trabajo en Anespa va llegando a su fin. Los cursos de inglés van finiquitando, especialmente los de los chicos, ya que a estas alturas ya han acabado la escuela. Por ello, el pasado domingo hicimos una ceremonia de clausura estilo americano en un parque que salió regular aunque la intención era buena. Es lo que suele pasar en esta empresa. Aunque lo mejor vino después: los profes tuvimos el evento de empresa que consistió en un picnic campestre, bastante dominguero pero agradable a pesar de los mosquitos dragoneros típicos de esta zona.









Poco más de dos semanas me quedan aquí. Miedo me da volver a España tal y como está el panorama, por lo que intentaré seguir aprovechando todas las cosas que esta aventura me está ofreciendo. Nos vemos en breve.

martes, 1 de mayo de 2012

La isla de Kronstadt y el nuevo St. petersburgo



Intensas han sido las semanas anteriores. Llevo bastante sin escribir en el blog y hay muchas cosas de las que me gustaría hablar, pero como eso me llevaría mucho tiempo me centraré en dos cosas destacables: mi visita a la isla de Kronstadt y el nuevo despertar de la ciudad.

Antes de mi visita relámpago a la tierra patria, decidí coger un autobús y visitar la alejada isla de Kronstadt, base de la marina rusa y antigua base naval donde se cortaba todo el bacalao de los barcos que entraban y salían de la unión soviética. La isla se encuentra en mitad del golfo de Finlandia, en el mar Báltico, a unos 30 kilómetros de San Petersburgo, y cualquier barco que entre o salga de la ciudad tiene que pasar obligatoriamente cerca de la isla. Para llegar allí no tuve que coger ningún barco, ya que la isla está comunicada con la tierra firme por dos largos diques que cortan el mar como una presa y que en su día sirvieron para controlar las inundaciones en la ciudad de San Petersburgo. Llegar a la isla impresiona, y aún más al ver nuevamente el mar helado que por aquel entonces ya se empezaba a derretir.

La isla me sorprendió para bien. Presenta vestigios de un pasado mejor, un tiempo en el que fue el orgullo de la marina soviética, dónde se reparaban y se fabricaban barcos, cañones y todo lo necesario para suplir el ejercito de agua ruso. Hoy en día la mayoría de los talleres están abandonados, oxidados y en estado de ruina, pero aún así constituyen un conjunto muy interesante. Dentro de la isla está el pueblo de Kronstadt, considerado un barrio de San Petersburgo. La villa es bonita, con callecitas ordenadas, con árboles y casas de colores, e incluso tiene algunos canales que la cruzan. Por supuesto, también hay múltiples barriadas de edificios feos y tristones típicamente soviéticos para las familias de los militares.


                   El pueblo de Konstradt


                   Carlos y su Cañón





             Restos de un tiempo de mayor poder


Lo más impresionante, aparte de los barcos de guerra anclados en el puerto, es la catedral, pero desafortunadamente estaban de obras y no la pude visitar.



                  La catedral de Kronstadt





Los barquitos de la marina soviética, con San Peterburgo al fondo

Al volver a St. Petersburgode mi viaje a España me encontré con una nueva ciudad. El hielo había desaparecido, la hierba comenzaba a resurgir y el sol alumbraba los monumentos con un esplendor que no había visto hasta ahora.

Pude disfrutar de todo elllo el sábado. Anespa studio, lugar donde trabajo, organizó una actividad muy especial para los estudiantes: tenían que hacer de guías turísticos para los profesores nativos de la academia. Lo curioso es que sólo hay un profesor nativo en el studio: yo. Así que durante más de 4 horas, dos grupos de chavales me llevaron por la ciudad explicándome cada uno de ellos un monumento diferente, por supuesto que en inglés y con la ayuda de una chuleta. Fue una actividad que me encantó pero con la que terminé realmente cansado.

  
                                                       El turista, preparado para su tour








Hoy es día del trabajador y ha habido una marcha por el centro de la ciudad, pero nada comparado con lo que habrá habido en España. Mis preocupaciones ahora mismo son dos: disfrutar de la nueva ciudad que tengo ante mi sin descuidar el trabajo, pero sobre todo encontrar un sitio en el que vivir, por que ya no tengo sitio en el hostal. A ver si lo encuentro pronto.

           Demo lesson de español para adultos






           San Petersburgo de noche, con buen tiempo

domingo, 1 de abril de 2012

El país de las saunas

Lukkulla School, lugar donde nos hospedamos


Dicen que en Finlandia hay una sauna por cada 3 habitantes. Eso supone que en un país de apenas 5 millones de habitantes existen más de medio millón de esas asfixiantes habitaciones de madera donde la gente se pasea en pelotas sin pudor alguno. La sauna es una religión, una forma de vida, un complemento a la rutina diaria como la ducha o el desayuno, y un momento para la socialización de las gentes de esos lares. Entre chorretón y chorretón de sudor, la gente habla acaloradamente (de forma literal) sobre hockey, política o economía, presumiendo del estado del bienestar del que goza el país. Desde luego que con los sueldos que tienen el bienestar existe, no lo voy a negar.


Iglesia Luterana, religión mayoritaria de Finlandia


En Finlandia todos los letreros están en Finlandés y en Sueco, idiomas oficiales del país

Estas son sólo algunas de las curiosidades de Finlandia, el país más norteño de los que forman la Unión Europea, donde me he pasado toda la semana pasada en un campamento de inglés para alumnos rusos del estudio donde trabajo. El lugar donde residimos fue un colegio internacional en el pueblecito de Karis, a unos 80 Kilómetros al Oeste de Helsinki. El lugar no podía ser más representativo de la geografía de ese país: lagos y bosques por doquier, casitas de madera y tranquilidad, mucha tranquilidad, quizá demasiada. Mucho estado del bienestar, si, pero por mucho dinero que tengas ya me dirás tu en qué lo gastas si vives en mitad del puto bosque.
En Finlandia, 2/3 del territorio son bosques, siendo el mayor índice de superficie boscosa de un país del mundo. Además, en un país no demasiado grande hay la friolera de 190.000 lagos, por lo que os podéis hacer una idea de lo que es aquello. No me extraña que sólo sean 5 millones, tampoco hay mucho más sitio donde vivir.

El campamento fue genial. Todo salió a la perfección. Uno ya tiene experiencia en esas lides y sabe lo que los adolescentes necesitan después de las clases: echarse una risas. Los juegos y las actividades que programé les gustaron, y las instalaciones que tuvimos a nuestra disposición hicieron el resto. Me gustan estas experiencias, esos capítulos autoconclusivos de mi vida donde todo es diferente y donde uno vive en una realidad ajena a cualquier rutina.

El pingpong como terapia de grupo, siempre eficaz

Uno de los múltiples lagos de la zona


Un día visitamos Helsinki. Interesante ciudad, aunque nada especial. Un centro pintoresco y suficientemente bonito, con una catedral luterana imponente. Sin más. Muy caro, como todo el país en general, pero que se entiende sabiendo lo que gana esta gente. Tal y como está España, pensad en ir allí una temporada y haced un buen dinero. Eso si, preparaos para el fresquito.

Catedral de Helsinki

Helsinki

Iglesia de la roca


Lo peor del campamento fueron los viajes de ida y de vuelta. Especialmente el de ida. Ni más ni menos que 10 horas y media, gastando más de 3 horitas en la frontera. Mucha Unión Europea y mucha gaita, pero me tuvieron una hora esperando hasta que entendieron que si, que yo era un profesor de español y de inglés viviendo en San Petersburgo aunque no hablara ni papa de ruso. Les parecía muy raro...quizás lo es.

Frontera Rusofinlandesa

Ayer, al llegar, me encontré con una sorpresa inesperada en mi hostal. Los cabrones me habían preparado una fiesta sorpresa de bienvenida, y aunque yo estaba en el siguiente nivel del cansancio extremo, disfruté bastante. Tanto disfruté que le dí al karaoke, a la guitarra, y al Vodka y así estuve yo ayer todo el día encamao. Pero la ocasión merecía la pena, que no todos los días le preparan a uno una fiesta.
Viva la carlos (?)





Termino la entrada de hoy con algunas fotos para la esperanza: la esperanza de que al fin la primavera llega a estas latitudes, y el hielo va dejando ya ver el agua de los ríos y de los canales. Poco a poco, pero ya uno no se resbala por la calle...Dentro de poco hasta podré pasear sin guantes, quien sabe...